Extractos de: "Todo lo que amo nace continuamente"

el

Por Angela García

Antes del viaje

El vértigo del dolor exige el vértigo de la intensidad.
Una comunicación cada vez más íntima, es cómplice del territorio donde el espíritu se llena hasta implotar.
Hago el ejercicio del contenido en el borde sin derramarse.
O el lento derrame sin pérdida del borde.
Contrarío el sueño de conquista, halada por la abundancia.
Como el alba quisiera ser.
¿Qué pasará con el cuerpo lleno del oro de ser?
La risa que es la franca versión del dolor, el dolor promesa de risa, sin inventario que prevea efectos.
¿Qué otro resultado que el silencioso gozo brotando, raudo paso sin postergación en el miedo-centro donde la elegancia del tiempo yergue su espiral?
¿De dónde extrae el musgo la piedra? ¿De qué recónditas raíces el aire prende su hija, la melena, en la ceiba? ¿De qué innominada simiente toma la dureza sus blandas adhesiones? Cierta respiración envuelve de moho el metal, cierta vaharada anima de larvas el cadáver…
La abundancia determina ser espléndidos en el abandono. La muerte es la más contundente vecindad. Laboratorio.
Mi cuerpo es una inminencia. Lo acoge una palabra. Lo signa un silencio.
Reconozco lo oído y visto: dentro del mango la sombra del mangal; en su olor, en la dulce coloración de lo maduro, la furia del hambre. La sombra del almendro en la almendra. Un nogal entero en la nuez.
El seco grano germen de arboleda, florescencia y fruta. Todo el paisaje que veo es fuego dormido.
Mi corazón es un arma mortal.
Bebo mi propia saliva.

Me han esculpido con raíces. Es el amor que hace este trabajo.

Soy una que sin detenerse espera. Entrego el corazón, aunque el miedo levante su dedo de advertencia. Aunque caiga en el vacío.
No alcanzo a ver si alguien recoge el corazón que entrego. Hay regalos que no los recibe el ofrendado. A veces es un testigo casual quien recibe el corazón que se ofrenda. El testigo se convierte así en el ofrendado y el ofrendado original ni siquiera alcanza el lugar del testigo.
Tengo otra malicia. No sé jugar ajedrez. Practico juegos no patentados.
El alma estalla. El corazón obedece a esta explosión, el corazón se atomiza tras estas partículas que encontrarán a Uno un día.
¿Cuándo llegará el amado!

Si el corazón va en todas estas trayectorias afiladas y punzantes, el pequeño credo es la incertidumbre.
Dado que la vida es, hay que inventarse. La vida me da este minuto yo invento una eternidad; la vida me da una eternidad yo invento este minuto; me inventa la palabra que viene, basta erguirse de la nada giratoria, basta creer en lo que viene.
Aún sin el concurso de nuestra voluntad, miembros y órganos funcionan, se adquiere una lengua. Inventarse es vivir todos los grados del pavor desde el balbuceo a la palabra. Pero la mirada no balbucea, primitiva seguridad. ¿Qué hay en una mirada?

¿Qué es un encuentro total?

En lo imposible el amor obstinado contra lo doméstico es la única brújula. El gran fraude de nuestros padres fue abominar de la naturaleza del amor y hacernos creer en la estabilidad.
Nadie sabe bien qué es capaz de hacer. ¿Quién controlará esa fuerza primitiva que duerme atemporal en cada uno, cuya furia puede despertarse aún por aparente capricho?
Quién sabe
qué milagro es capaz de hacer, qué crimen, qué sacrificio?
La vida tiene todos los caminos…
La muerte tiene todos los caminos.
También el amor, el deseo, el vacío tienen su forma, carne, vaso, cántaro o copa. Los orificios encuentran cuerpos para existir y el cuerpo se llena de orificios para estar sediento y esculpir la belleza.

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