«con un libro en la mano izquierda, mientras otros ya idos»

 Por Eugenia Toledo 

Metalurgia
(Jitio de la memoria)

Viejo horno de cubilote
guardabas en tu estómago la materia ardiente
revestido de ladrillos ocres,
parecías de lejos una torre de castillo,
o una voladura de anillos y mariposas.
Te alimentabas de carbón coque,
de viejos fierros, de fundentes,
montantes, lingotes y otros sólidos.
Al aire se iba tu humo,
a la tierra tus escorias,
tus abrir y cerrar ojos, las toberas
tu fuego oxidado, tu radiante boca
indicaba con un trueno cuando paría
como vertical cráter de volcán,
un vómito, sólo una contracción,
una ráfaga de chispas de metal,
rayos de fierro encrispado,
tu arrebatado fulgor fundido,
tu sangre cayendo en el crisol,
el volcán y la lava incandescente
olor corriendo por los intersticios secretos
de los moldes, hasta que más tarde,
los hombres como en El yunque de Goya,
de un sólo golpe de martillo, separaban
el cordón umbilical y la tierra.
Instruido el fierro como toro,
nacían las piezas unas tras otras,
el alma de los metales,
grises campanadas de la luna.

Pérdida del sur

El silencio del Sur fue un vaho, mientras vibraba en
mi la última escoria.

Me inundó el ruido, el silencio del justo, ciclónico,
mudo y sordo que rasguña la superficie del agua.

El pasado, carcomido y ciego, apenas respiraba.

Como fierro oxidado los volcanes, piedra caliza apagada.

País enlutado, barrio pequeño, región verde,
atravesada por la carretera cinco, la carretera austral
y una línea de sangre.

Temuco, informe sábana negra, vuela hacia las alturas
con un libro en la mano izquierda, mientras otros ya idos
o desaparecidos, esperan desde los bordes de los caminos.

2011
Seattle, Washington. USA. De su manuscrito Anexos al volcán

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