Luis Enrique Duarte lleva a la novela los dramas humanos de la década de los ochenta en Nicaragua

Luis Enrique Duarte se deja ver en su primera novela, Huérfanos del tiempo destruido. Con una prosa que alcanza todos los límites de la imaginación y de la aventura.

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Marta Leonor González

¿Esta novela es un regreso a la niñez o a la pérdida de la inocencia?

Ambas, es sobre la infancia y crecer entre guerra y postguerra, trato de acercarme a la imaginación de dos niños que maduran sin una relación auténtica y humana con el mundo, aunque también abuso de la mirada del narrad

or, creo que se trata de reconocer la posibilidad de una niñez traumática.

¿Por qué recordar los años ochenta? ¿Qué lecciones nos dejan esos días?

No solamente son los ochenta, también el periodo de transición, como llamaron a los noventa, esas dos etapas de nuestra historia son muy relevantes y considero que merecen mucha atención para explicarnos este país.

A lo largo del relato vas opinando sobre la religión, la guerra, la moral, la vida. ¿Qué pretendía, dar lecciones?

Je, je. Esperaba ese comentario en algún momento. Quizá es la influencia de la literatura europea, particularmente Milan Kundera, pero es ante todo una estrategia literaria, el yo narrativo se convierte en un elemento del relato y con sus propias opiniones provoca al lector. Nadie tiene que estar de acuerdo, pero mi intención no es solo ofrecer una lectura para entretener, sino también para pensar, reflexionar, discutir e involucrarse con el relato y los personajes.
En todo caso, espero no haber abusado de dicho recurso, eliminé grandes pasajes de filosofía introspectiva por las críticas a los primeros manuscritos.

¿Una primera novela como esta qué demanda en la vida de un escritor?

Pensé que iba a ser más fácil, por largos periodos me desanimé aún después que había terminado de escribir, el proceso de corrección fue difícil por las expectativas que tenía, reconozco que contaba con pocos recursos literarios cuando empecé. Este libro me hizo madurar mucho, llegué a pensar que quedaría como un experimento, pero no me dejaba iniciar otros proyectos literarios, era una espina clavada que me impedía avanzar, afortunadamente ganar la convocatoria del CNE llega en un momento en el que necesitaba cerrar capítulo y espero no arrepentirme de su publicación.

¿Cómo resumiría esta historia que tengo entendido pasó escribiendo y corrigiendo varios años?

Es la historia de Toto y Rosi en un país tan absurdo y oscuro como el mundo de sus emociones.
¿Qué presenta este título: “Huérfanos del tiempo destruido” además de sugerir destrucción y dolor?
La soledad, el abandono humano, el desinterés por la memoria y el origen, el estado de indefensión ante los grandes cambios sociales, pese a la imaginación del pueblo como figura central de estos procesos.
La sensación de no tener control de tu propia vida frente a las decisiones en las altas esferas del poder, incluso el poder desde lo cotidiano, por ejemplo, de los padres y maestros, es la orfandad dentro las familias y la sociedad. Es la violencia sin fusiles que heredamos de la guerra.

¿Está tocando las heridas que dejó la época sandinista? ¿Cómo espera que sea recibida esta novela?

En mi narración puse énfasis a los silencios y el deseo de desaparecer la memoria en una sociedad traumatizada, con grandes complejos de culpa y lagunas en el tiempo, pero el pasado nos persigue aunque queramos evitarlo. Tampoco es una novela terapéutica, ni deseo politizar, pero las heridas no sanan, están ahí visibles aunque queramos ignorarlas.

¿Pasó de poesía a la novela? ¿Qué tal la experiencia, la disfrutó?

Con la escritura tengo una relación de idas y venidas, entradas y salidas. Aunque parezca raro, la poesía me llevó al periodismo porque había sido la tradición de los poetas nicaragüenses ante los pocos espacios impresos. El periodismo me hizo entender la necesidad de la prosa para abordar temas y aspectos de la vida más cotidianos. Y sí, por lo general disfruto escribir y cuando no, hago otras cosas, pero siempre vuelvo.

¿Cómo aspira a que se lea este relato? ¿Cómo le gustaría que la lean las nuevas generaciones que no vivieron los ochenta?

Todos mis sobrinos nacieron después de la guerra, es la primera generación de nicaragüenses que nació en un periodo de paz y no ha experimentado ningún conflicto bélico. Me alegra por ellos. Cuando inicié la novela no pensaba en esta generación, pero ahora este texto es de algún modo una manera de explicarme o explicarnos ante ellos, quizá es una penosa forma de decirles por qué somos tan fregados.

¿Tiene una lección aprendida con la escritura de su novela?

Paciencia.

JURADO

El jurado del CNE de Huérfanos del tiempo destruido ha expresado: “Es una novela bien escrita, donde se manifiesta una clara conciencia de narrar. En esta obra se aprecia la unidad temática y estructural a lo largo de tantos capítulos. El mundo ficcional incorpora un trasfondo referencial de los conflictos diversos en el contexto de la Revolución Sandinista, que permite ilustrar las facetas de la sociedad, sea desde el hogar, la escuela o la vida cotidiana inmersa en la dinámica política”.

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