Ruby Arana y ¡El Verbo Cósmico!

Poeta, escritora y promotora cultural, oriunda de Masaya, Nicaragua, reside en los Estados Unidos desde 1974. Entre sus poemarios se destacan “Emmanuel” (1987), “In Nomine Filii” (1991), “Homenaje a la Tierra” (2008), “Príncipe Rosacruz” (2007), “Agua Sagrada” (2010) y “Rubíes” (2016).
Fotografía. Marta Leonor González

ESTELA DE LA PRIMERA CRIATURA

Y el verbo era Dios. San Juan Me embelesa contemplar la respiración, el móvil de la primera criatura, entidad sacra de nuestro mundo, sombra luminosa del Espíritu. El Padre, que es el Primer Pensamiento, el Increado dijo en su voz, que no era voz sino impulso. Y fuerzas. Toda emanación. Dijo la Maravilla, entonces, “Hágase la luz” … y la luz, es el fuego. Antes de la Luz, lo espeso de la tiniebla dominio del Padre Solsticio que incuba galaxias y el germen, de sus intenciones. Esa primera orden cumplida es, sin duda, la segunda entidad del enigma trinitario, el Hijo, fuerza motriz de los universos ¡El Verbo Cósmico!… El Espíritu Santo también es el fuego. Occidente bien que lo sabe. Pentecostés y la zarza que habló a Moisés en el monte Sinaí es la misma voz del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en substancia esencia y manifestar voluntad única omnipresente indivisible ardiendo en la Suprema Majestad del Misterio.

ESTELA DE LOS OPACOS

De los seres opacos habla uno de los libros sagrados que tiene la humanidad. También el Tao Te Ching dice que el principio de la Tierra y el Cielo no tiene nombre. Entonces debería entenderse el vocablo génesis como principio de un nuevo principio el Tao no hace afirmaciones pues sabe que es pretencioso. De otro principio digo con las estelas mayas partiendo de la estela 6. Tengo el Amen flotando entre un cinturón de fotones con todo nuestro sistema solar (esplendores y la luna del Tao, mi luna) Una Orden Antigua atraviesa la noche diosa. De la línea intertextuada al final de estas líneas se está iluminando el nombre de la estela: “EL QUE QUIERE BRILLAR NO ES LUMINOSO”

 Habla el Tao Te Ching.

ESTELA DE REPETICIONES

Darwin no reparó en la separación de silencio y sonido porque no la hay es la esa culebrilla silenciosa (léase de silencio) que va corporizándose sin tener palabra la indicada para señalar uso el parecido termino de “cuerpo” porque el sonido es un cuerpo que avanza retrocede sin retroceder en diferentes canales de expansión convertirse a música ya no se parece al croar de ranas del que fue transmutado su génesis al ascenso sin lógica sin derrotero sin fin al cero expandido que a todos nos estigmatiza nunca fuera del eterno vacío etéreo círculo antes de la numeración donde estamos contenidos como sagrados aros de señales del monólogo con el cual nacimos afuera es la lluvia los elementos y otras gracias pues todo es gracia y llena el aire afuera es la lluvia se entiende de hablar escribiendo me entiendo yo misma fuera del cero no es ni está nada pero alguien puede afirmar lo contrario sin convicciones sin necesidades con énfasis y el croar de sus ranas sin respeto hacia una realidad de número vivo.

ESTELA DONDE DESCANSA LA HARMONÍA

Venus Ericina Ridens

Vigía de los crepúsculos

Carlos Martínez Rivas

Sobre las contraídas facciones yo puse mis manos y en ellas un amor de pájaro que subiendo bajaba por toda la extensión donde horas antes estuvo la vida. Poco a poco, inadvertida como el avance de un crepúsculo, regresaba la paz a su rostro bello.

Un antiguo poema japonés que debí haber leído al azar y luego olvidé, llegó. De texto una madre sus manos en vuelo tocan esa eternidad ahora mía. En la rasgada mujer del Oriente son angustia sus manos su día y su círculo bajo la torpe luna de la tarde.

He diluido las marcas del último desconcierto. Regresé la paz a este rostro amado como ella me enseñara en tiempo irreal un acto desgarrado lejano conmovido que llegó tan nuestro, reloj puntual de un mundo paralelo, un oráculo, una ágil coordenada de momento en derrumbe… y el tiempo curvo sobre el deudo mío?

El antiguo poema japonés regresó para siempre. Sucede vivo. Todo sucede allá del hueso de mi frente, donde descansa la Harmonía.

En mi rostro ya sosegado por la gracia la vida escribe huellas. Y pasa. A la hora que el fuego muere la Ericina Ridens me ayuda entre sombras que se precipitan mañana es una estrella.

Mañana será otro día pensé entonces en el profundo de una herida, “Verá otro día”, murmullé oscilando al borde del abismo de la caja mortuoria, será otro día, sí, cuando más allá de la luna se abran estos ojos cansados que acaricio.

Los labios de la Belleza y de la Muerte jamás retiraron sus palabras.

IMÁGENES

A Ignacio Granados

Cuando me dijo que su nombre se escribía sin hache entendí que estaba desvalida. Se llamaba Elena. Los nombres tienen fuerza de mares. Un nombre puede ser un llanto, dos nombres juntos una fascinación o dos puñales. Un nombre es una caja esférica. Guarda designios y hologramas. Hay nombres rojos, a veces un toque de sangre los pone más visibles. Hay azules y alguna vibración los torna en ópalos. Elena tiene cinco letras. No sé en cuál escuela aprendí que el número cinco significa a medio camino y ella, así estaba: a medio camino de la muerte. La intuí en el mismo instante cuando nos presentaron sin conocer su historia ni aun sentir sus pensamientos. Después supe que sufría de cáncer y de males menores de personalidad. Su apellido era un té amargo pero hermoso. Y ella es hermosa. Lo afirmo porque las imágenes no mueren. Elena tenía dos fuerzas: la maternidad y la poesía. De ellas nació un tercer poder como hijo que la sostuvo en su adversidad desgarradora. Elena no fue presa fácil de la muerte. Era brava para esos enfrentamientos indescriptibles. Pero yo no puedo hablar de dolores en forma adecuada. Hay cosas que se me quedan en el duelo, es decir, en la impotencia. No capturar el verbo en preciso, así como nunca agarras el esplendor en el vuelo del ser para bajarlo a tu poesía. Si hay un poeta en el mundo inválido para hablar de esa fuerza oscura, ese poeta soy yo. Hemos llegado al clímax donde el planeta corre nuevos rumbos. El aire respirado no es el mismo, la tierra danza estilo en diferente nivel del cosmos infinito. Por eso estoy esperando alimento para estrenar escritura. Y voy a poder, antes de partir, hablar de Elena de los dolores, Elena Juana de Arco, Elena caballo de la palabra, Elena sin hache y sin cielo. Elena, un cirio: más pálido en la consumación de un fuego fiero. De su orgullo pude decir es asunto humano. Pero hoy Elena es una orisha… blanca!

Deja un comentario