BOINA DE REMBRANDT
Rembrandt Van Rijn no realizó en su vida grandes desplazamientos
pero de Leiden a Ámsterdam nunca olvidó
-a pesar de que los aprietos financieros lo agobiasen-
sus desbordantes boinas con los que aparece
en todos sus autorretratos
(inspirador en el tiempo del aura de cada artista
boina negra de Johannes Vermeer
boina sepia de Courbet
boina roja de Kazimir Malevich)
de frente
de lado
posando con lápiz y cuaderno
en uno de ellos con pinceles y paleta
en sus manos consagradas de maestro
eterno ya en las cercanías de su muerte
llevando siempre en reposo el claroscuro de su boina.
SOMBRERO DE CÉZANNE
Cézanne nunca abandonó su paisaje natal
exceptuando algunos periodos en París
luego regresaba a su Provenza de soles cegadores
para ponerse su anchuroso sombrero con el que iba y venía
por los pedregosos caminos
buscando la verdad en pintura
y decírnosla
en el color amarillo del limón
en las bañistas empapadas de geometría
o en el cálido rojo desbarrancándose
por una ladera de la montaña Sainte-Victoare
Cézanne sombrero arrugado por la ventolera del mistral
Cézanne sombrero de paja textura de colina
Cézanne sombrero modelo de la esfera en la naturaleza.
GORRO DE CHAGALL
No se puede empacar todo en una maleta
la infancia con su sinagoga y sus ritos
el tío Neuch tocando en las tardes su violín encaramado en el tejado
ni aquel otro violinista de rostro verde barba azul y abrigo blanco
ni el hombrecito arriba recostado en las nubes
ni la casa gris de madera contrastando
con el blanco calizo de las iglesias ortodoxas
ni las cabras azules ni los gallos rojos
ni el paseo cuando la esposa flota en el aire
y el esposo delicadamente la sostiene de la mano
mientras con la otra agarra un pájaro de fuego
no se puede empacar todo en una maleta
la madre ordeñando una vaca
mientras el padre regresa de la labranza guadaña al hombro
autorretrato de Chagall a la derecha del cuadro
ofreciendo a su tierra natal un ramo de flores
portando el gorro jasídico de siempre
gorro de Vitebsk donde tibia cabe toda su aldea.
SOMBRERO DE ENSOR
Todos los días paseaba a través de su Ostende natal
frente al quiosco del parque se detenía
no a recordar su infancia sino a escuchar
la música de los organilleros de antaño
tocando sin parar mientras guillotinaban
a la nobleza local con todos sus atuendos fiesteros
Ensor pintaba las cuencas vacías del hombre
una calavera en lo alto de su caballete
era su modelo de bocetos premonitorios
cerraba las ventanas de su estudio para no escuchar
los cláxones titubeantes de un siglo que comienza
hora en que el barquero lleva a la otra orilla las almas muertas
hora de pintar los esqueletos de colores alegres
pronto será época de Cuaresma
James Ensor llevará un sombrero rojo de toscas pinceladas
un poco de carmín para retocar las heridas de los penitentes
porque la muerte anda persiguiendo a las multitudes
tras las máscaras y el escándalo del carnaval populachero.
Santiago Molina Rothschuh (Juigalpa, Nicaragua, 1958). Después de vivir algunos años en Europa, retornó a Nicaragua y publicó Los dominios del aprendiz (Nicaragua, 2005) y Círculos de alfarero (Costa Rica, 2008). Estudió algunos años en El Instituto de literatura Máximo Gorky, de Moscú. Tiene una Maestría en lingüística española por la Universidad Michel de Montaigne, Bordeaux III; asimismo una licenciatura en Spagnol langue vivante, otorgado por la misma universidad. Es amante de la literatura francesa en general y de George Perec en particular; Walter Benjamin le dicta sabios predicados acerca del mundo. Su pasatiempo favorito es el juego del Go.